Musa que al cielo
la armonía robas,
salterio de David,
númen brillante,
dame tu voz con
que a María cante
místicos versos,
sacrosantas trovas.
Nunca supe
pulsar la blanda lira,
ni el arpa dulce,
ni el laúd sonoro:
solo sé, Virgen
Santa, que te adoro,
solo sé que tu
amor el alma inspira.
Solo sé que eres
bella más que el cielo,
más pura que el
aroma de las flores,
santo objeto de
angélicos amores,
raudal de gracia,
fuente de consuelo.
Votos te ofrece el
pobre peregrino,
las Vírgenes suspiros y cantares,
incienso el sacerdote en los altares,
versos el vate, cantos el marino.
las Vírgenes suspiros y cantares,
incienso el sacerdote en los altares,
versos el vate, cantos el marino.
Y en la noche
tranquila y solitaria
y en el hermoso y esplendente día
mi corazón te ofrece, Madre mía,
tras un grito de amor, una plegaria.
y en el hermoso y esplendente día
mi corazón te ofrece, Madre mía,
tras un grito de amor, una plegaria.
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Ante una imagen
que Granada adora,
trasunto de tu rostro soberano,
¡cuántas veces mi espíritu cristiano
creyó en ti y esperó, dulce Señora!
trasunto de tu rostro soberano,
¡cuántas veces mi espíritu cristiano
creyó en ti y esperó, dulce Señora!
¡Virgen de las
Angustias! ¡Cuántas veces,
al invocar tu nombre, Madre mía,
en bálsamo trocaste de alegría
de mi amargura las horribles heces!
al invocar tu nombre, Madre mía,
en bálsamo trocaste de alegría
de mi amargura las horribles heces!
A la ciudad
que fuera del profeta,
¡cuántos bienes
has dado y cuánta gloria!
En sus fastos
preséntalo su historia,
en sus cantos
celébralo el poeta.
Cuando extiende su
manto primavera
y Granada sonríe y
se embellece
sus flores más balsámicas te ofrece
pues tú animas su valle y su pradera.
sus flores más balsámicas te ofrece
pues tú animas su valle y su pradera.
Tú el álamo
sostienes y la yedra
que de su Alhambra ciñen la cintura,
que de su Alhambra ciñen la cintura,
y envuelves con un
manto de verdura
sus gigantes artísticos de piedra.
sus gigantes artísticos de piedra.
Y entre amorosas
flores nunca mustias,
te sonríes de amor
en este suelo,
y Granada te adora
con anhelo
¡Oh Virgen
inmortal de las Angustias!
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En busca de
riquísimos tesoros
vino un hombre a
Granada; un buen cristiano
que en el suelo
que fue del mahometano
buscaba lo que
fuera de los moros.
En la orilla
del Dauro largos días
pasó en estéril y
árido trabajo:
polvo encima
encontró, polvo debajo,
y dejó sus inútiles porfías.
y dejó sus inútiles porfías.
Del desaliento y
el cansancio herido
abandonó la tierra ya regada
con su inútil sudor, y hacia Granada
volvió de pena y de dolor transido.
abandonó la tierra ya regada
con su inútil sudor, y hacia Granada
volvió de pena y de dolor transido.
Postrose ante la imagen
bienhechora
que Granada venera ha luengos años,
contole sus amargos desengaños
que Granada venera ha luengos años,
contole sus amargos desengaños
y oró... porque el
cristiano siempre ora.
Y
de la Virgen el divino acento
como un eco fugaz
cruzó su oído:
—¡Torna,
cristiano, al sitio do has venido!
¡Ten esperanza! ¡Deja
el desaliento!
Tornó, pues, a un
inculto montecillo
a cuyas plantas el Dauro se desliza,
a cuyas plantas el Dauro se desliza,
y unas grutas
halló y halló ceniza
¡oro de más valor de menos brillo!
¡oro de más valor de menos brillo!
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Aun existen las
grutas, monumento
de fortaleza y caridad cristiana;
el metálico son de una campana
hoy en aquel lugar agita el viento.
de fortaleza y caridad cristiana;
el metálico son de una campana
hoy en aquel lugar agita el viento.
Cuando la aurora
brilla en el oriente
lanza al aire sus
ecos vibradores
llamando a la oración
con sus rumores
que en el valle se
apagan lentamente.
Cuando el sol va
al ocaso declinando
su voz vibra otra vez, eco sonoro;
entonces surge de sagrado coro
las notas del salterio recordando.
su voz vibra otra vez, eco sonoro;
entonces surge de sagrado coro
las notas del salterio recordando.
Y si en los
pliegues del nocturno manto
ocúltase la luz
del horizonte
vuelve a orar otra
vez el Sacro-Monte,
de mártires y
sabios Monte-Santo.
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Las cenizas de
mártires halladas
y veneradas hoy en los altares
ocultas en sus grutas seculares
aun fueran de los hombres ignoradas.
y veneradas hoy en los altares
ocultas en sus grutas seculares
aun fueran de los hombres ignoradas.
Pero quiso la Virgen
que venera
el pueblo granadino con fe pura,
para acrecer su gloria y su ventura,
descubrir el tesoro que allí hubiera.
el pueblo granadino con fe pura,
para acrecer su gloria y su ventura,
descubrir el tesoro que allí hubiera.
Y de entonces aun más
el granadino
a su Virgen adora reverente,
porque Ella es el fanal resplandeciente
que ha encontrado al cruzar por su camino.
a su Virgen adora reverente,
porque Ella es el fanal resplandeciente
que ha encontrado al cruzar por su camino.
Ella ha vertido
lluvia en sus sembrados,
nieve en sus
montes, en su vega frutas,
rocíos de bendición
sobre sus grutas,
luz en su
ambiente, flores en sus prados.
¡Bendito el suelo
que la Virgen ama!
aquí hay nubes de
grana en los espacios,
aquí hay templos
inmensos y palacios,
aquí la luz
se bebe y se derrama.
¿Quién, Virgen
Santa, tu poder no invoca?
¿Quién no te
canta? El ruiseñor que trina,
la susurrante
linfa cristalina,
el insecto que
anida en una roca:
el corderillo que
balando pace,
el jilguero que
canta en la enramada,
la noche y
tras la noche la alborada,
quien nace al
mundo y el que al cielo nace.
Todos te cantan,
todos te veneran:
yo te adoro también, y aunque soy reo
de la culpa mortal, espero y creo;
pues en ti todos creen, todos esperan.
yo te adoro también, y aunque soy reo
de la culpa mortal, espero y creo;
pues en ti todos creen, todos esperan.
Y tú eres de
bondad rico tesoro
y yo en mis penas íntimas te llamo:
¡Virgen de las Angustias!, yo amo.
¡Virgen de las Angustias!, yo te adoro.
y yo en mis penas íntimas te llamo:
¡Virgen de las Angustias!, yo amo.
¡Virgen de las Angustias!, yo te adoro.
Este grabado y poema (compuesto por
M. Gutiérrez Giménez, en honor a la Patrona de Granada), fueron publicados en Madrid
en el año 1869, en el Tomo II del libro “Los
Trovadores Marianos, Monumento de Glorificación o Álbum religioso literario”.
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